miércoles, 20 de junio de 2007

Juan Federico Herbart


Pedagogía general derivada del fin de la educación

*(Fragmentos del Trabajo Final de la materia "Filosofía de la Educación". Este trabajo busca el análisis del libro de Herbart: Pedagogía general derivada del fin último de la educación. Elaborado por Maria del Mar Romo Mendoza y Luis Medina Gual el 13 de Marzo del 2007. Nota importante: Este trabajo tiene pequeños errores de estilo.)

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2.1 Vida de Herbart.

Herbart, nació en Oldemburgo el 4 de mayo de 1776. Su padre era letrado de prestigio. Sin embargo, fue su madre la que lo introduce en un ambiente culturalmente versátil y humanístico. Creció en una familia económicamente privilegiada. A los once años de edad, Herbart empieza a hacer filosofía. En 1978, ingresa al Gimnasium de Oldemburgo donde va a profundizar la línea racionalista-neo humanista. En 1794 ingresa a la universidad. Tuvo como maestros a Wieland, Herder, Schiller y Fitche. En esta etapa de su vida, Herbart, profundiza sus ideas con estudios sistemáticos de los presocráticos y Platón. En 1797 se queda en Berna en casa de M. Steiger.

Durante su estancia en Berna, Herbart genera las principales vertebras del su pensamiento pedagógico. Un momento decisivo en la vida de Herbart fue cuando conoce a Pestalozzi. Este encuentro da continuidad a sus meditaciones pedagógicas. En 1802 y 1804 redacta su estudio crítico sobre el ABC de la intuición pestalozziano. En 1805 fue nombrado profesor titular de filosofía en Gotinga. En 1806 publica su obra Pedagogía General derivada del fin de la educación. En este trabajo hablaremos principalmente de esta obra. Tardó ocho años en escribir este ensayo.

Desde 1809, fue profesor en Königsberg, en la cátedra que ocupará Kant. Permanece en Königsberg veintiocho años de su vida dedicado a sus principales ocupaciones y dirigiendo el seminario pedagógico para la formación del profesorado.

Herbart conoció a A. H. Niemeyer. Al volver de Suiza, su admiración por el lleva a poner su texto Erziehung und des Unterrichtes a los alumnos de los primeros años universitarios de Königsberg. Herbart muere en Gotinga el 14 de agosto de 1841. Su pensamiento, tiene herencia Kantiana, la cual, proporciona las coordenadas del estudio del fenómeno educacional. Se le conoce como el iniciador de un renacimiento filosófico. Lo aclaman como el Kant de la pedagogía.

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3. Análisis de la obra y elementos materiales.

El libro de Pedagogía General, es el primer grande ensayo que ha hecho el pensamiento para reducir la actividad educativa espontánea a un régimen científico. Este ensayo se inicia con un postulado general esencial de la posible ciencia de la educación. Para Herbart:
“Hacer pedagogía, pues, no es hacer hombre sino construir un circulo visual, establecer fronteras y límites en el pensamiento, construir proposiciones sobre objetos, describir procesos, explicar fenómenos, si se le es concedido, mientras la vida, la voluntad, y las decisiones siguen su curso.” (1983 p. XVI)

El género literario en el cual se escribe la obra es ensayo debido a que expone la educación desde el punto de vista filosófico para que el educador conozca los puntos más importantes de la pedagogía. El ensayo es de tipo filosófico debido a que el contenido que expone Herbart es la pedagogía desde el punto de vista filosófico.

Herbart abarca en los tres libros de su obra lo importante que es la formación del hombre y su perfeccionamiento. Para Herbart, el pensamiento es importante, ya que las decisiones y el manejo de sus conocimientos depende de ello. Es indispensable ver que la voluntad puede cambiar la perspectiva de ver muchas cosas, haciendo que la decisión que tengamos no sea la correcta. Es muy importante establecer límites claros para poder usar nuestro pensamiento de manera correcta.

Herbart tuvo una buena respuesta en su modelo educativo, debido a que las naciones democráticas buscaban el fundamento filosófico de su moral. La pedagogía de Herbart se da a través de la sólida formación filosófica: comenta que “Hoy son los pedagogos los que andan diciendo que no se puede enseñar filosofía sin que los profesores de saber tan antiguo estudien un poco pedagogía” (Herbart 1983, p. X).

Para Herbart, la filosofía es la base de la educación para que los alumnos puedan entender el origen de la pedagogía impartida por sus educadores. La visión que tiene Herbart de la pedagogía se da de dos formas. La primera es el modo de ser de la realidad. Esta mirada ve el por qué y el cómo surgen los cambios y la segunda es diseña las secuencias de acción para que se den dichos cambios. El resultado que se espera es que el trabajo espiritual despierte el interés del niño.

Herbart hace mucho énfasis en que el fin para que se de el aprendizaje en las personas es el interés. El lo define como el concepto cardinal de la instrucción. Para Herbart: “Una educación digna de nombre es aquella que promueve ricos y profundos intereses más bien que conocimientos específicos”. (Abagnano p. 494)

Si relacionamos esta cita con nuestra forma de aprendizaje, podemos ver que es muy cierta. Cuando queremos hacer algún deporte o aprender sobre cierto tema, el interés es el que nos hace investigar sobre el tema o buscar el lugar para poder aprenderlo. El interés que nos expone Herbart puede reflejarse en los niños. Ellos, lo utilizan para aprender sobre el mundo que los rodea. Este interés hace que su curiosidad despierte y empiecen a explorar para que obtengan los conocimientos sobre el tema o actividad.

Otro punto muy importante que Herbart expone en su teoría es la “educación por la instrucción.” El lo ve como un principio pedagógico en donde los educadores tienen como prioridad educacional la configuración del carácter, de las actitudes presentando el segundo término la transmisión de conocimientos.

En el trabajo hablaremos con más detalle del carácter y sus características. Herbart nos habla de lo importante que es la disciplina en la educación. Herbart no la ve como represión sino como una herramienta para que el hombre se domine a si mismo y pueda moldear su voluntad y su carácter. Herbart basa su pedagogía con la metafísica guiándose por la misión de esta que es librar de dificultades a la experiencia para llevarla a la perfecta comprensión. Esta misión de la metafísica se complementa de manera satisfactoria con la misión de la pedagogía, ya que esta busca el perfeccionamiento del hombre y esta puede llevarse al facilitar la comprensión de las experiencias al igual que las dos misiones necesitan de una metodología para ser completadas.

La pedagogía Herbartiana pone de punto intermedio a la ética. Trata la moralidad. Para Herbart la ética es una estética o ciencia de la sensibilidad estimativa del gusto. Es importante ver que para Herbart vivir es el oficio que enseña el lo ve desde esta perspectiva: “Educar una naturaleza humana en medio de hombres civilizados ha de proporcionar, sin duda al educador, tanto en el trabajo como le podría costar después al educado seguir viviendo en una sociedad tan heterogénea” (Herbart 1983 p.2).

El hombre esta destinado a que su educación se vea afectada por la sociedad o el ambiente en el que vive. Esto puede beneficiar o perjudicar su formación. Por este motivo, Herbart comenta que la vida no es el supremo bien porque sacrifica en su pensamiento la vida propia del educador al ser el acompañante del niño.

El mundo es tan cambiante que las sociedades van aliándose a el. Muchas veces, ha generado que las personas reciban una muy buena formación, pero ha perjudicado la formación de otras. Esto se puede dar por muchos factores. Desde los contenidos en los programas de estudio hasta en las decisiones que tome el gobierno de estas sociedades.

El fin supremo de la educación es la moralidad, conforme al método que parece aquí necesario. Toda sociedad tiene un método educativo de acuerdo a sus necesidades, pero es importante recordar que se necesita una reflexión interna y un interés para que el aprendizaje de manera exitosa.

3.1 Libro primero: Fin de la educación en general.

Este libro contiene dos breves capítulos. El primero sobre el “gobierno de los niños”, y el segundo sobre “la educación propiamente dicha”. El gobierno de los niños, según Compayré (1996, pp. 56-58) corresponde a lo que es la disciplina. Para Herbart, los niños nacen con una maldad o “impetuosidad” que debe de ser sometida por medio de esta disciplina con el fin de forjar el carácter y la voluntad del individuo.

Un niño que es formado correctamente en la voluntad y el carácter por la disciplina, será un niño que se convertirá en un hombre de bien. Por otro lado, un niño que no haya sido correctamente pero no haya sido formado de una forma “catastrófica” o errónea en la voluntad y el carácter por medio de la disciplina, llegará a ser un “imbécil” (Herbart, 1983, p.28) que será manejado por la sociedad. Estos dos tipos de hombres ya descritos tendrán la función y la obligación de establecer el orden en la sociedad. Si acaso un niño con mala fortuna es formado en la voluntad y el carácter de una forma incorrecta, ese niño llegará a ser un hombre antisocial (en contra de la buena costumbre y la moralidad que establece la sociedad), por lo que la sociedad tendrá la obligación de someterle para que no la perturbe.

La formación del “gobierno de los niños” debe ser coartado por: la vigilancia (para supervisar), la amenaza (para forzar), la autoridad (para ejercer el mando), y el amor (para obtener respeto). Todas estas deberán estar medidas y restringidas para no exagerar en su aplicación y degenerar las bondades que pueden proporcionar.

Para no caer en los excesos antes mencionados, Herbart (1983, p. 40) sugiere:

“Muchas experiencias necesitará hacer e discípulo con el educador antes de adquirir la delicada flexibilidad que sólo puede nacer del conocimiento y trato de su sensibilidad. Pero en cuanto se manifieste esta docilidad, la conducta del educador ha de ser más constante, más uniforme; es preciso que evita surja la sospecha de que no se puede entablar con él ninguna relación sólida ni reposar en su corazón con toda seguridad.”

Ya en el segundo capítulo, de “la educación propiamente dicha”, Herbart empieza el capítulo advirtiendo a los docentes que ‘no eduquen en exceso’. Esta advertencia se debe a que al tratar de educar en demasía, los alumnos pueden llegar perder el amor por el estudio por la violencia que la imposición de la educación genera.

Después, Herbart crea toda una disertación compleja acerca del fin de la educación en cuanto a su simplicidad y multiplicidad. De entre sus reflexiones, vale bien la pena rescatar que considera dos tipos de fines del discípulo, el primero es el “fin posible” (lo que el discípulo por medio de su propia decisión desea llegar a ser) y el “fon necesario” (que indica el fin último que el discípulo debe alcanzar, este fin es la moralidad). Herbart llega a la conclusión de que el fin de la educación es uno, pero que el interés que debe de existir por ella debe de ser múltiple. Así es como comienza con su tesis sobre la “multiplicidad de los intereses”.

Es en esta multiplicidad de intereses en donde Herbart sostiene que es por medio de ella que se le da fuerza al carácter y a la moralidad por medio del interés múltiple por disciplinas y la elección de un oficio.

Otra controversia que se propone a resolver Herbart es el tema de la educación para el individuo o la educación para el colectivo, señalando que “la representación más pura y más perfecta de la humanidad mostrará siempre al mismo tiempo un individuo particular (…), la individualidad ha de resaltar para que el ejemplar no parezca insignificante junto a la especie misma y no se desvanezca como una cosa indiferente” (1983, p. 51) deduce que es necesaria la educación individual pero para que éste sea productivo a la sociedad.

Uno de los temas más alabador o mejor dicho, reconocidos sobre este autor es, el interés. Tema cuya introducción se encuentra en este primer libro por medio de la afirmación que reza que el interés múltiple debe de ser potenciado gracias a la instrucción del profesor.

Por último termina reiterando la trascendencia de una educación inicial basada en la disciplina para que después esta el ‘espíritu’ llegue preparado con un ánimo receptivo de la educación de las ciencias.

3.2 Libro segundo: Multiplicidad de intereses.

Herbart comienza aclarándonos el concepto de multiplicidad para así poder explicar de dónde debe de surgir la multiplicidad de intereses. Para él, es inconcebible que la multiplicidad de intereses surja de algo que no sea la moralidad. Todo interés debe de surgir con esta base.

Acto seguido Herbart nos propone su sistematización de la educación comprendida por la concentración y la reflexión. La concentración comprende a la claridad y asociación de ideas, mientras que la reflexión busca crear primero un sistema que sea formado con base en la asociación de las ideas. Ya creado este sistema buscará crear un método que culminará con la aplicación de lo aprendido por medio de la acción.

Una vez concluida la exposición de su sistematización, regresa al tópico del interés, abordándolo con la intensión de señalar qué tipo de interés es correcto. Herbart señala que cuando el interés se combina con el deseo, surge un sentimiento humano que se manifiesta en el exterior. Sin embargo Herbart aclara que: el deseo es una proyección de satisfacción futura y el interés es un sustantivo que evoca al presente.

Ahora bien, una vez que una nueva representación ha sido fijada en el hombre, debe ocurrir un conflicto en el interés del espíritu por la confrontación de representaciones. El proceso que evoca a la dominación de una idea sobre de otra Herbart sistematiza nuevamente, estableciendo que primero la representación debe captar la atención del sujeto, después debe entrar en una fase de espera (a manera de añejamiento), una vez que ha esperado lo suficiente el sujeto demanda que se dé una respuesta para la modificación de intereses. Si la demanda es muy pronta el interés representación del objeto se convierte en deseo que exige una resolución egoísta, si la demanda es en un lapso de tiempo prudente para el entendimiento, esta se resolverá en la acción o el poder utilizar lo asimilado.

Para Herbart existen dos tipos de motivos por los que surge el interés: el conocimiento y la simpatía. El interés por el conocimiento puede ser derivado de su “multiplicidad” (de la existencia de infinidad de temas de estudio), por su “legalidad” (de la validez, veracidad y verdad del conocimiento), y de sus “relaciones estéticas” (de los juicios estéticos de los individuos), mientras que el interés por la simpatía se deriva de “la humanidad” (de las emociones humanas), de “la sociedad” (de las múltiples emociones de muchos hombres), y de “las relaciones de ambas con el ser supremo” (cuando la simpatía puede convertirse en temor y esperanza respecto a las emociones, considerando al hombre y las circunstancias, por ser débil, recurre a la necesidad religiosa, y tanto moral como eudemonística) (1983, pp. 77-79).

Una vez más aborda el tema de la instrucción buscando describirla como el complemento de la experiencia y el trato entre la gente. Insta a los profesores a reflexionar sobre la importancia de la instrucción (“la instrucción penetra más hondamente en el taller de las ideas” [Herbart, 1983, p. 86]). Al finalizar plantea la problemática de los grados de instrucción,, similares a los pasos de la sistematización de la instrucción: claridad, asociación, el orden, y la continuidad de ese orden. En cuanto a los grados de instrucción en el interés los reitera: atención, espera, demanda y la acción.

A continuación, Herbart realizar una clasificación del saber partiendo de un “saber universal” hasta llegar subcategorías de las diferentes disciplinas. Después señala que la instrucción debe mostrar, asociar, enseñar y filosofar. Herbart señala que la materia de la instrucción se halla en las ciencias y clasifica lo que debe enseñar la instrucción: los objetos, las formas y los signos, por último señala la importancia de los modales señalando que:

“Todos los modales son desagradables y opresivos en sí mismos, en cuanto convierten al oyente en un ser meramente pasivo y le exigen un renunciamiento absoluto a su propia movilidad. (…) Los mejores modales son aquellos que conceden mayor libertad de los límites que el momento del trabajo obliga a respetar.” (Herbart, 1983, p. 163)

Si bien todo ha sido de corte teórico, Herbart busca darle aplicación en por medio de una propuesta de instrucción: una instrucción que sea “descriptiva, analítica y sintética” (en la que tanto el discípulo como el profesor describan, analicen y hagan conjeturas racionales). Las siguientes páginas serán dedicadas para explicar extensamente aplicaciones prácticas derivadas de la especulación, el gusto, la simpatía por la sociedad y la religión.

Ya casi para finalizar Herbart analiza un plan viable y bien definido para la enseñanza. En este plan, Herbart hace consideraciones como el uso de “la conversación, sostenida y perseguida con una lectura libre, y, cuando sea posible, sustituidas por composiciones escritas que discípulo y maestro se proponen mutuamente” (Herbart, 1983, p. 151), el estudio (ya mencionado) de las ciencias, el estudio de la historia y así mismo, realiza toda una discusión entorno a la lectura de los clásicos, cómo y en qué orden se deben de leer.

Para terminar, Herbart analiza el resultado de la instrucción. Este es: llenar el espíritu, aplicar lo aprendido (“no enseñar para la escuela sino para la vida [Herbart, 1983, p. 158]) y sin lugar a dudas, formar el carácter y la voluntas a través de la moralidad haciendo del niño un hombre de bien y de rectas convicciones.

3.3 Libro tercero: Fuerza de carácter de la moralidad.

Este es el tema que abarca principalmente en su tercer libro de su ensayo. Herbart habla principalmente del carácter desde su aspecto moral, la memoria de la voluntad, la moralidad, el juicio moral, la formación del carácter, y la disciplina. Todos estos van relacionándose uno a uno para lograr el fin de su pedagogía. Este libro aclara con más detalle los puntos que hemos visto en los libros anteriores. En el caso de este libro, se va a profundizar sobre lo que es el carácter, su lado objetivo y subjetivo y el papel que tiene la moralidad en esta y en la toma de decisiones del hombre.

El carácter es muy importante en la educación de los seres humanos, ya que es la naturaleza de la resolución. La comparación de lo que el hombre quiere y lo que no quiere. Es la forma de la voluntad y se le concibe en oposición con lo que acepta y con lo que rechaza. La parte objetiva y subjetiva del carácter se puede diferenciar por la fortaleza que estas dos presenten. Una parte va a ser mas fuerte que la otra cuando se presente la toma de las decisiones, ya que la parte más fuerte, puede influir a la otra sobre la decisión tomada. Herbart confirma este argumento de la siguiente manera:

“Esto se confirma en muchos jóvenes, que, habiendo vivido abandonados, pero no corrompidos, no tardan bajo el influjo de un amigo de más edad o de una lectura bienhechora, en adquirir una firmeza considerable en el bien.” (Herbart 1983, p.169)

Cuando entramos a la etapa de la adolescencia, muchas veces, nuestros familiares nos presentan limitaciones y nos dan información sobre lo que es bueno y es malo en esta sociedad. Muchos prefieren ver lo que para su voluntad es hacer el bien que lo que sus familiares les presentan.

La educación, se presenta en un punto medio de estas dos partes. La educación orienta la parte objetiva del carácter que se va formando y que va creciendo con su orientación. Lo que forma la parte subjetiva del carácter es la moralidad. Para que pueda ensayar sobre el fundamento objetivo y vea en donde puede participar en la toma de las decisiones.

La elección nos sirve para tomar la decisión correcta. Es la balanza que nos ayuda a ver las cualidades y los defectos de las cosas. La voluntad entra fuertemente en la elección. Herbart define la elección de la siguiente manera: “Elección significa preferencia y menosprecio. Para quien realiza puramente esta elección todas las cosas tienen un valor limitado y nada sin lo supremo, puede llegar al espíritu de las aspiraciones infinitas”. (Herbart 1983, p. 171)

La toma de decisiones, se ve influida también por la memoria de la voluntad. Este es el tema que trataremos a continuación.

Herbart (1983, p. 171) nos dice que “Donde exista memoria de la voluntad allí también decidirá por sí mismo la elección. El peso de los deseos subordinará involuntariamente estas elecciones entre sí”.

La memoria de la voluntad juega un papel muy importante en el carácter debido a que contribuye a la firmeza de éste, en pocas palabras, es la manifestación de la firmeza del carácter. En la parte objetiva del carácter, entra tanto la elección como la memoria de la voluntad. El espíritu como la inteligencia interviene para que el hombre pueda contemplar los objetos de la voluntad al igual que a sí mismo. Esto, le ayudará a ver hasta qué punto, la parte subjetiva del carácter, se ve independientemente objetiva.

Hay un esfuerzo que permite al hombre comprender y encontrar su sentimiento de bienestar para poder adueñarse de su crítica interior.

Herbart (1983, p. 173) comenta que “Cada individuo es y permanece siendo como un camaleón; y la consecuencia de ello es que todo carácter se haya frecuentemente comprometido en una lucha interior”.

Esto nos lleva a la moralidad que nos ayuda en esta lucha interna que vivimos los seres humanos. La moralidad es el tema que trataremos a continuación.

La moralidad tiene derechos sobre el carácter que pueden intervenir para criticar. La moralidad, al igual que el carácter tiene dos partes que se encuentran unidas. Herbart expone su función de la siguiente manera:
(Herbart 1983, p. 176) “Las dos partes de la moralidad se encuentran sólidamente unidas. El criticar mismo es positivo; pero la crítica suena negativamente para el carácter no acomodado a sus exigencias, es decir, para lo que no está fundado en la parte de la personalidad. Y la negación se transforma en una supresión y sacrificio real, en cuanto la persona se determina a la obediencia”.

Aunque tanto la parte positiva como la negativa de la moral influyan en nuestro carácter. Herbart nos menciona que no debemos confiar plenamente en las manifestaciones que la moralidad realiza. A veces la moralidad es concebida diferente en las personas. La moralidad difiere mucho en los principios de cada cultura, persona, y sociedad. Un ejemplo de esto son las religiones. Los principios y las buenas costumbres son diferentes. La religión influye mucho en la moralidad de las personas, debido a que se las limitaciones y la concepción de lo bueno y lo malo llegan a cambiar.

La moralidad no siempre es mala, puede presentar los argumentos correctos para que la razón pueda determinar los fundamentos de esta moralidad. Para poder diferenciar los argumentos de esta moralidad, realizamos a los juicios morales.

Herbart define los juicios morales de la siguiente manera:
“(…) un juicio claro y sereno, firme y preciso que ha de construir en el hombre el fundamento de la moralidad, si no se quiere sustituir el entusiasmo moral por un celo impetuoso o por un anhelo enfermizo que consideren en el bien como un objeto del deseo y sean incapaces de una acción reflexiva y oportuna” (1983 p. 178).

Estos juicios actúan en la parte objetiva del carácter, ya que en esta se tiene la concepción de lo bueno y lo justo. Estas influyen en las emociones de los deseos. Los juicios nos permiten determinar lo que es bueno para nuestra formación. Cuando nosotros aprendemos sobre un tema, debemos discernir el contenido que nos presentan. Cada persona tiene una concepción diferente sobre ese tema. El juicio, nos ayuda a crear nuestras concepciones y determinar lo que es importante y lo que no sobre el tema aprendido

Herbart (1983, p. 181) Define el deseo como “todo lo que corresponde la gradación”. Los deseos hacen que nuestro interés se despierte poco a poco para poder gratificarlo. En la gratificación de este entra la voluntad que nos permitirá decidir lo que es mejor para nosotros.

Uno de los principales objetivos de la educación es que el hombre alcance la formación del carácter. Es muy importante que un hombre alcance esta formación. Si su carácter no se forma completamente, el hombre espera que el educador le forme el carácter. Los educadores necesitan de un carácter bien formado para poder controlar a sus alumnos. Se necesita mostrar firmeza en los momentos requeridos y no permitir ser manipulado por sus alumnos.

Hemos visto en las escuelas que muchos profesores no tienen esta formación de su carácter. Esto permite que su enseñanza no sea tomada en cuenta o que se presente manipulación en sus alumnos en las evaluaciones o en las entregas de los trabajos y tareas. Puede causar de igual manera frustración en niños pequeños por tener un mal manejo de su carácter en las situaciones que lo requiera.

La acción es muy importante para la formación del carácter debido a que exige capacidad y ocasión. Es muy importante aprender a darle dirección a nuestros pensamientos y a nuestras tendencias para que nuestro carácter de igual manera adquiera dirección. Para poder dirigir a nuestro carácter necesitamos tener seguridad de nosotros mismos.

Herbart (1983, p. 188) lo plantea de la siguiente manera: “Si esta seguridad interior del espíritu armado de manera suficiente y, sin embargo, ligera, coincide con un interés puramente egoísta, entonces el carácter se acentúa pronto y se corrompe”.

La seguridad interior nos permite poder controlar nuestros impulsos y nuestros deseos. Nos permite manejar las dos partes del carácter, tanto objetiva como subjetiva. Es el motor que tenemos para realizar las acciones y poder dirigir nuestro ser hacia nuestra meta a alcanzar. Ahora veremos lo que sucede si falta esta seguridad interior en la siguiente cita: “Si falta la seguridad interior, si faltan los intereses espirituales y se carece de una provisión de ideas, entonces queda libre el campo para los apetitos animales” (Herbart, 1983, p. 188).

Los impulsos nos llevan a realizar acciones no deseadas. Sin esta seguridad, muchas de las decisiones que tomemos van a terminar con resultados que no se esperaban o con más decisiones erróneas. El hombre vivirá una gran desmotivación que lo puede llevar al fracaso.

La disposición de formar el carácter debe presentarse para que la parte objetiva y subjetiva, puedan saber la dirección que se puede tomar para lograr crear esta seguridad interior. Herbart nos plantea que un problema que impide la formación del carácter son las personas que se guían por sus caprichos. El lo explica en la siguiente cita: “No hay hombres más desprovistos de carácter que aquellos que, siguiendo sus caprichos, ven las mismas cosas tan pronto blancas como negras o que para ‘ir con su tiempo’ cambian con la moda de opiniones” (Herbart. 1983, p. 192).

Para que las personas no caigan en una malformación de su carácter, es necesario que su carácter sea educado. Para que las cosas se den con éxito se necesita una buena educación del carácter donde se tomen en cuenta las diferencias y las disposiciones individuales que lo conforman.

Herbart (1983, p. 195) nos dice que: “es evidente que la educación del carácter tendrá tantas mayores probabilidades de éxito canto más se le active y se la refiera al periodo de la educación”.

Un factor muy importante en la educación del carácter es la disciplina. Se ha creado un paradigma de que la disciplina educa cruelmente a los niños, pero Herbart nos aclara que la disciplina no debe ser castigadora, sino debe darse por medio de estructuras que van a permitir la formación del carácter.

Herbart (1983, p. 211) nos dice que “un niño indisciplinado obra ordinariamente por ocurrencias pasajeras; así aprende en efecto lo que puede hacer más para fijar una voluntad falta aquí el primer elemento: un deseo firme, arraigado”.

Los niños necesitan crear estas estructuras para poder moldear su carácter y aprender a controlar sus deseos, es por esto que no se debe introducir el propósito de educar en las influencias que obran sobre el espíritu en forma de que se llegue a presentar como una fuerza para educar. Es muy importante que los niños muestren su buena voluntad para realizar sus acciones. Herbart explique el por qué en la siguiente cita:

“La disciplina engendra sentimientos o los reprime. Los que engendra son de placer o desplacer. Los que reprime son alejados, bien evitando el objeto que pudiera provocarlos, bien haciendo que se soporte o se prescinda indiferentemente del objeto” (1983, p. 212).

Cuando nosotros educamos a los niños, es importante que les despertemos ese placer para que los sentimientos sean positivos. Esto no quiere decir que las clases sean como a ellos les guste. Lo que se trata de crear es que se presenten los límites en la clase, pero al mismo tiempo que los contenidos no se vuelvan pesados para su aprendizaje.

Es muy importante que los educadores no caigan en el papel de represores creando una disciplina castigadora. En la actualidad, la escuelas se están preocupando por cambiar la represión por la retroalimentación de esta. Antes las escuelas utilizaban las estrategias correctivas inadecuadas para hacer que los alumnos aprendieran. Hoy en día, los castigos sean menos dañinos tanto física como emocionalmente.

Debemos tomar en cuenta que la disciplina debe asimismo obrar de modo determinante con el fin de que la elección se decida. La disciplina contribuye a la formación del carácter con una conducta reguladora. Herbart plantea que basta con una mediana solicitud pedagógica para que el niño continúe con su educación donde va a observar y juzgar con sus propios esfuerzos.

Es muy importante la intervención de los adultos para que el niño pueda ser formado plenamente. Herbart nos dice que hay madres con errores y piensan que deben gobernar a sus hijos demasiado por sí mismas. Aquí nos está hablando de las madres sobre protectoras que no permiten que los hijos vayan aprendiendo sin ayuda de ellas. Donde el apego hace que su relación con personas ajenas a la familia sea más difíciles de crear.

El gobierno parental debe cuidarse de no volverse despóticos, ya que afectan enormemente a la formación del niño. El niño pequeño aprovecha los beneficios de la educación.

Ahora bien, el hombre formado ha conseguido el dominio de sí mismo, permitiendo que alcance su libertad interior:
“Los hombres bondadosos que pueden experimentar una ferviente alegría al ver la dicha de otro suelen preferir su bienestar personal y sacrificar mucho al cambio frecuente de sentimientos; los hombres fuertes a quienes el destino no puede abatir y que no quieren oír hablar de su misión alguna suelen tachar de débiles y censurar fríamente a los vencidos” (Herbart, 1983, p. 253).

Aquí es donde el educador ha de considerar con valor también, aprender sus consecuencias o que se introduzca en su entorno girar para probar y mostrar su valor y su fuerza que debe a la naturaleza, a la educación o así mismo.

4. Evaluación Crítica.

Al leer a Juan Federico Herbart, se puede observar que como bien lo llaman es el Kant de la Pedagogía, esto por sus complicadas disertaciones que como dice Compayré (1996) Herbart no se debe de leer, Herbart se estudia. Así mismo se ve a un autor cauteloso a cada paso que da. Expone una tesis y casi inmediatamente después establece sus reservas para cada una de ellas. También se distingue en la obra un estilo reiterativo en la narración que en su afán de aclarar las ideas por medio de la repetición, llega a convertirse en un estilo cansado para el lector.

Las diferentes tesis que aborda Herbart nos dan la impresión de un autor que trata de no dejar lugar a ninguna duda. Todas las tesis trata de fundamentarlas en ejemplos con base en su experiencia, motivo por el cual resulta para el lector más fácil al comprender las ideas que él expone.

En cuanto a los contenidos de la obra, Herbart expone de manera prodigiosa el porqué de una ciencia para la educación, la importancia del interés, la sistematización de la educación misma, y de más argumentos que resultan hasta cierto punto innovadores para su época. Sin lugar a dudas es gracias a Herbart que hoy por hoy existe una ciencia de la educación, la pedagogía, que si bien no considera en su totalidad apropiadas todas las tesis que Herbart sostiene, también es cierto que de él parte la concepción del estudio formal de la educación y de uno de los primeros intentos de sistematización de la educación.

Al establecer que el fin último de la educación debe ser la moral Herbart demuestra un sentido visionario que permite vislumbrar los alcances o las repercusiones que la educación puede trascender no solo a un individuo sino a la humanidad. Así es como llegamos a la siguiente conclusión:

El admitir que toda formación del hombre, tanto cognitiva como espiritual, como física, y como interaccional, afecta la formación del carácter o de la moral, la responsabilidad que delega Herbart tanto a la educación formal como a la no formal tiene alcances que pueden llevar a la destrucción o al perfeccionamiento del hombre. Es menester del mismo hombre elegir cual de estas dos vertientes tomará.


5. Referencias.

Básica.
• Herbart. J. F. (1983). Pedagogía general derivada del fin de la educación. Barcelona, España: Humanitas.
Fundamental.
• Abagnano. N. & Visalberghi A. Historia de la pedagogía. México D.F. México: Fondo de Cultura Económica.
• Compayré, G. (1996). Herbart, la educación a través de la instrucción. México: Trillas.
• Fischl, J. (1973). Manual de historia de la filosofía. Barcelona, España: Herder.
• Gutiérrez, Z. I. (1972). Historia de la educación. Madrid, España: Nancea.
• Larroyo, F. (1946). Historia general de la pedagogía. México: Porrúa.
• Weber, A. (1914). Historia de la filosofía europea. Madrid, España: Daniel Jorro, editor.
Complementaria.
• Página Web consultada el 06 de Febrero de 2007: http://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Friedrich_Herbart


*Se agradece al Mtro. Miguel Ángel Martínez Huerta por el curso. De una misma forma se agradece a la Mtra. Rosa Aurora Padilla Magaña que nos proporcionó el libro de Herbart (1983) por medio del Dr. Ángel Díaz Barriga (a quien se le da las gracias de igual forma), quien era el propietario de tan raro ejemplar (hoy por hoy es muy difícil encontrar ese texto).

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